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¿Tus choferes cumplen la ruta… o la ruta manda sobre tu operación?

En la operación diaria de la última milla, uno de los dilemas más comunes y silenciosos es este: ¿tus choferes cumplen la ruta… o la ruta manda sobre tu operación? Puede sonar como un juego de palabras, pero en realidad refleja un problema profundo que afecta a la rentabilidad, el servicio al cliente y el flujo de efectivo de muchas empresas de distribución.

Cuando la ruta deja de ser una herramienta flexible y se convierte en un obstáculo rígido, la operación pierde control y se generan consecuencias que impactan toda la cadena. Por eso, vale la pena reflexionar: ¿quién lleva realmente el volante de tu negocio logístico?

El verdadero rol de la ruta en la última milla

En teoría, la ruta debería ser un mapa estratégico que organiza el camino más eficiente para que los choferes lleguen a tiempo, reduzcan costos y mantengan la calidad del servicio. Sin embargo, en la práctica, muchas veces ocurre lo contrario: la ruta termina imponiéndose sobre la operación, dictando tiempos, retrasando entregas e incluso entorpeciendo la comunicación entre áreas.

Por ejemplo:

  • Un chofer que sigue la ruta “tal cual” puede perder oportunidades de optimizar el recorrido en función de tráfico, cambios de horario en clientes o emergencias operativas.

  • Una ruta mal diseñada puede generar más kilómetros recorridos, más gasto en combustible y mayor desgaste del vehículo.

  • Si la operación depende de rutas rígidas y poco adaptables, la empresa pierde capacidad de reacción ante imprevistos.

En resumen, cuando la ruta manda sobre la operación, se sacrifica la eficiencia y se pierde control sobre lo más importante: la experiencia del cliente y el flujo de caja.

Señales de que la ruta está tomando el control

Si te has preguntado alguna vez si tus choferes cumplen la ruta… o la ruta manda sobre tu operación, revisa estas señales:

  1. Retrasos frecuentes en la entrega: los clientes reciben sus pedidos fuera de tiempo, aun cuando el chofer salió puntual.

  2. Choferes que improvisan: cambian la ruta según su criterio porque la planeada no refleja la realidad del día a día.

  3. Costos ocultos: el combustible, los viáticos y el desgaste de los vehículos aumentan sin un motivo claro.

  4. Cobros atrasados: la evidencia de entrega se retrasa, lo que genera demoras en la facturación y en el flujo de efectivo.

  5. Choferes desmotivados: sienten que la planeación no considera su conocimiento de la calle, lo que genera fricciones.

Cuando estos síntomas aparecen, el problema no es el chofer en sí mismo, sino la forma en que la ruta está diseñada, controlada y supervisada.

El impacto financiero de una ruta mal gestionada

Más allá de la operación, este dilema tiene un efecto directo en las finanzas de la empresa. Una ruta que no se adapta genera días adicionales de crédito, porque si no hay evidencia clara y puntual de la entrega, el área de finanzas no puede facturar a tiempo.

En sectores como el farmacéutico, donde las entregas son críticas y los clientes exigen trazabilidad, cada día de retraso en el cobro representa una presión adicional sobre el flujo de efectivo. Es decir: una ruta mal gestionada puede costar mucho más que gasolina o tiempo; puede costar liquidez.

Cómo recuperar el control: de la ruta rígida a la ruta inteligente

La clave está en convertir la ruta en una herramienta estratégica, no en un obstáculo operativo. Para lograrlo, las empresas de última milla deben apostar por tres pilares:

1. Visibilidad en tiempo real

No basta con planear la ruta en la mañana y esperar lo mejor. Se necesita monitorear el recorrido conforme avanza, detectar desviaciones y reaccionar en el momento. La visibilidad en tiempo real permite a los gerentes de logística tomar decisiones rápidas y basadas en datos.

2. Flexibilidad en la planeación

Las rutas deben ser dinámicas. El tráfico, los imprevistos en clientes y las condiciones de entrega cambian constantemente. Si la planeación no contempla estas variables, la ruta se convierte en una camisa de fuerza.

3. Evidencia inmediata de entrega

El cumplimiento no termina al llegar al destino; empieza cuando la evidencia queda registrada y compartida con el área de finanzas. Una foto, una firma digital o un comprobante deben capturarse y transmitirse en el momento, para que la ruta no frene el ciclo de cobro.

El papel de los choferes: aliados estratégicos

Es un error común culpar al chofer cuando las rutas no se cumplen. En realidad, los choferes son la primera línea de contacto con el cliente y poseen un conocimiento invaluable de las calles, atajos y dinámicas locales.

En lugar de verlos como simples ejecutores de una ruta, las empresas deberían integrarlos como aliados estratégicos, escuchando sus recomendaciones e incorporando sus experiencias en la mejora continua.

Un chofer motivado y empoderado puede marcar la diferencia entre una entrega tardía y una experiencia impecable para el cliente.

Conclusión: ¿quién manda realmente en tu operación?

La pregunta inicial cobra más fuerza: ¿tus choferes cumplen la ruta… o la ruta manda sobre tu operación? Si la respuesta es que la ruta está controlando tus tiempos, tus costos y hasta tu flujo de efectivo, entonces es momento de replantear la forma en que gestionas tu última milla.

El futuro de la logística no está en rutas rígidas, sino en rutas inteligentes, capaces de adaptarse, dar visibilidad en tiempo real y acelerar el ciclo de cobro. Ahí es donde las empresas encuentran la verdadera ventaja competitiva.

Porque al final, no se trata de que los choferes cumplan la ruta a ciegas, sino de que la ruta esté al servicio de la operación, y la operación al servicio del cliente.

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Carla Serrato
Carla Serrato
Especialista en ciencias sociales y de comportamiento. Carla no solo asesora a nuestro departamento de UX en INMEDIATUM sino que su investigación permite optimizar nuestros algoritmos de inteligencia artificial como para la prevención de riesgo crediticio, genera mejor adherencia a tratamientos médicos, reconocimiento facial para identificar rasgos de la personalidad entre otros.

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